martes, 13 de abril de 2010

Consecuencias de la curiosidad

Soy elegante, erguido, con una leve inclinación por la comodidad, poseo dientes fuertes y grandes, me consideran necesario, útil, capaz, generalmente estoy limpio y mi brillo es natural.
Siempre estoy quieto, no me muevo por sí solo, estoy tranquilo en mi lugar, hasta que me hacen trabajar.
Desde hace un tiempo me sentía especialmente observado por alguien que por más que se exigía no lograba acercarse a mí.
Un desafortunado día, aquel que no me quitaba los ojos de encima, me tomó con fuerza e inmediatamente me introdujo en una cavidad.
No fue mi intención, se los aseguro, pero mis dientes que son tan prominentes pincharon el delicado costado.
Escuché un terrible grito de dolor, es que la curiosidad a veces hace daño, se armó un gran caos, todos los habitantes de la casa corrieron, rodearon al curioso, fui arrojado e insultado como si fuera mi culpa.

Señores: si hay algún culpable ese no soy yo, nada podía hacer, soy simplemente un utensilio, soy un TENEDOR.

Foto by Nelly



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