lunes, 10 de mayo de 2010

Respetar “la cola”


(Experiencia verdadera)

La señora ama de casa fue al Banco porque debía pagar los impuestos. Como corresponde se colocó en “la cola”, nosotros usamos el término “hacer cola” al hacer una fila (ridículo, horas para pagar impuestos).

Silenciosamente, con su bolsa de compras y algo despeinada porque había mucho viento en la ciudad, se colocó al final de la fila.

Hay tantas colas como características que muestran un abanico de conductas.

Se puede observar miradas vagas, generalmente rostros serios, jóvenes y viejos, se sienten olores provenientes de los que realizan trabajos con esfuerzo, perfumes fuertes, aroma a jabón, se adivinan dolores de pies o de piernas con movimientos de balanceo, hay niños que se duermen en los brazos de sus cansadas madres, niños que corretean tocando todo lo que no deben tocar, jóvenes que aprovechan el tiempo para leer, etc. una infinidad de actos que no terminaría de contar.

Aquel día, cinco del mes de mayo, nadie hablaba, era una “cola silenciosa”, solo se escuchaba de vez en cuando un “buenos días” que era apenas respondido por alguien con una respuesta malhumorada: “buenos días.

Los cajeros sin apresuramiento atendían a los cansados integrantes de la formación en espera de ser atendidos.

Aquella fila se fue conformando calladamente. Suelen ser entretenidas cuando son formadas, siempre casualmente, por personas dispuestas a pasar un buen rato, como jubilados que como no tienen demasiado por hacer y emplean ese tiempo para relacionarse con otras personas, pero para muchos es una tortura, una pérdida de tiempo.

Aquel día, el grupo de personas, una atrás de la otra, miraban sin ver hacia cualquier lado, resignados, mudos, inmersos en vaya a saber qué pensamientos.

Casi al mediodía, hora pico, se acercó un señor muy elegante y apresurado, evadió la fila y pasó directamente a ventanilla aduciendo un no sé qué…. de urgencia.

Fue como una explosión, aquellos que parecían adormecidos despertaron protestando en voz alta, indignados, cambiaron totalmente su comportamiento, casi gritando le dijeron al distinguido señor que debía ponerse en la fila como todos, esperar su turno y otros improperios…..

El refinado señor pretendió no escuchar y siguió adelantándose sin tener ningún respeto hacia los que hacían la fila.

Fue entonces cuando los que mansamente esperaban callados en la cola se unieron inmediatamente ante la injusticia. Protestaron, gritaron, insultaron con indignación, no escuchaban las excusas que pretendía dar el cliente. Fue una explosión de emociones contenidas.

El elegante caballero giró sobre sus talones y se retiró del Banco sin realizar su trámite .

La cola, a partir del incidente dejó de ser silenciosa, con cierta satisfacción se pusieron a conversar amigablemente.

Supieron defenderse y reaccionar unidos, triunfaron esta vez ante la arrogancia y la falta de respeto.

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